San Esteban

26 de diciembre de 2018 – San Esteban, Mártir

Santa Margarita María – Wichita, KS

Hechos 6:8-10; 7:54-59; Salmo 30; Mateo 10:17-22

Ayer, con gran alegría, celebramos el nacimiento de Jesucristo; vestida de blanco y acostada en un pesebre. Hoy, solo un día después, celebramos el sangriento martirio del diácono, San Esteban. Es un poco extraño, celebrar la muerte de alguien tan pronto después del nacimiento de Jesucristo. Sí, es extraño, pero nos mantiene enfocados en el panorama general. Ayer contemplamos la venida del rostro humano de Jesucristo; hoy, contemplamos que dentro de su rostro son las palabras: “Nací para morir por ti” (c.f., Giussani, Homilía en la fiesta de San Esteban).

La celebración de San Esteban hoy nos recuerda que el nacimiento de Jesucristo, el Hijo de Dios convertido en hombre, el Hijo asumiendo nuestra condición humana débil y humilde—el nacimiento de Jesús es solo el comienzo del plan del Padre para mostrarnos hasta dónde llegará para demostrar su amor por nosotros. Dios no nos ama lo suficiente solamente para estar con nosotros, para pasar tiempo con nosotros. No, Dios nos ama hasta el punto de morir por nosotros.

Pues, es fácil pasar un poco de tiempo con alguien, incluso si no te gustan. Quiero decir, todos tenemos esas personas en nuestras vidas que—tarde o temprano, nos guste o no—tenemos que pasar tiempo con ellos. ¡No era suficiente que Dios se hiciera hombre, que pasara tiempo con nosotros! No, para demostrar su amor, para iniciar un cambio, para mostrar que su amor puede realmente cambiar nuestras vidas, no dejó de pasar tiempo con nosotros. Él murió por nosotros. Como un padre daría su vida para salvar a sus hijos, como un hermano daría su vida por su hermana, como un amigo daría su vida por su amigo—el Señor se hizo hombre, listo para amarnos hasta el punto de la muerte.

Y San Esteban es el primer testigo (martyros en Griega) del verdadero poder transformador de este amor. Esteban, un diácono, un sirviente (diakonos en Griego) sabía que el amor verdadero significaba amar al otro hasta el punto de la muerte (c.f., 1 Juan 3:16).

En cada una de nuestras vidas, nos enfrentamos a esto. Sí, es cierto: es improbable que uno de nosotros aquí sea un mártir literal. Pero todos estamos llamados a hacer más que estar con nuestra familia, estar en la misma casa, estar en la misma ciudad. Estamos llamados a más! Estamos llamados al verdadero amor! Quiero decir que tenemos que hacer esas pequeñas cosas, esas pequeñas cosas que les comunican a ellos su valor inestimable y su belleza especial. ¿Cómo podemos apartar nuestras vidas para cuidar a los demás? ¿Cómo podemos hacer, no lo que es mejor y más conveniente para nosotros, sino lo que es mejor para el otro? ¿Y cómo podemos seguir haciendo esto todos los días, sin fin, sin sentirnos satisfechos de haberles demostrado cuánto los amamos? ¿Incluso al punto de estar dispuesto a morir por ellos?

Este es el gran misterio de la alegría de la Navidad. El rostro inocente del niño Jesús nos dice: “Nací para morir por ti.”

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Twitter picture

You are commenting using your Twitter account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s